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miércoles, 22 de febrero de 2012

MERCADO DE LAS FLORES

Y sigo con Oporto... Este es el Mercado de las Flores.
Sorprendente, impactante, pero no por lo que a priori se pueda pensar. Es impactante porque todo él está en situación de derribo, destartalado y apuntalado. Ni siquiera es grande, bueno comparado con otras ciudades principales de Europa, quiero decir.
Pero quizá ahí radica las ganas de verlo y recorrerlo. Hacía mucho, mucho tiempo que no veía animales vivos vendiéndose en un mercado de alimentación como es este: gallinas, conejos y etcéteras esperaban dentro de jaulas a que los comprasen.
Y te reafirmas en en sistema sanitario español y te das cuenta una vez más de que no estamos atrás de otros países en esta materia, todo lo contrario.
No obstante y pese a todo lo negativo, me gustó la alegría de la gente, de los vendedores de las paradas quiero decir porque llegamos tarde y ya casi no había público. Estaban recogiendo. Y entonces vimos un pequeño bar dentro del propio mercado, donde ofrecían pescado fresco del día de los propios puestos. Y nos sedujo quedarnos a picar algo. Unas cervezas y unas sardinas frescas que tuvimos que consumir levantando los píes porque nos llegaba el agua de las mangueras de limpieza, ja,ja,ja!
Pero me gustó, repetiría de nuevo. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto comiendo unas sardinas!
He dicho ya antes que de ser posible volveré a Oporto?

martes, 21 de febrero de 2012

OPORTO

Oporto... Oporto en Septiembre. Un poco más de fresco que en Valencia, pero buena temperatura. Una ciudad que me encantó y un viaje que volvería a hacer ahora mismo, sin dudar.
Me resultó una bonita ciudad de contrastes, de contrastes espectaculares. A lo largo de toda ella se encuentran edificios totalmente abandonados y viniéndose abajo, con el interior relleno de cascotes y un verdadero peligro para cualquiera que se acerque. Y conviven sin ningún pudor con preciosos edificios, nuevos o rehabilitados y, para que se sucedan estas escenas no es necesario cambiar de barrio, ni siquiera de acera: están pegados.
Esta foto la tomé porque me cautivó precisamente el contraste. Estábamos cruzando el puente de Don Luís I, una moderna y espectacular obra de ingeniería que une las dos mitades de la ciudad, separadas por el río Douro, inmenso, caudaloso, y por el que igual circulan peatones que vehículos, que el metro o el tranvía. Y a pies del puente está este barrio, pintoresco donde los haya y cuyos habitantes se desenvuelven a la perfección con la grandiosidad del puente que les vigila.  Barrio de olores y de colores, con gente que hace más vida en la calle que en sus casas, donde las aceras todavía se baldean, donde se exhibe la ropa de cada cual en cuerdas que se anudan de casa a casa.
Y fotografíe, fotografíe dudando incluso por un momento que me encontraba en la segunda ciudad de Portugal -equiparada pues a nuestra Barcelona- y donde te planteabas cómo podía ser que esa forma de vivir tuviera cabida en la Unión Europea desde hacía tanto tiempo.
Me gustó, me gustó mucho esa ciudad.
De ser posible, volveré...

domingo, 5 de febrero de 2012

SERENIDAD


Naturaleza en armonía transmite serenidad, una serenidad que en cuantas ocasiones echamos de menos.
De repente, ocurre algo que hace que tu equilibrio se tambalee y descubres que tienes miedo de tus emociones. Irracional, sí, pero cómo evitar mantener un pulso contigo mismo?
Por eso, en momentos de conflictividad emocional y frente al miedo a lo que sientes, buscas armonía y la buscas en los momentos serenos.
Esta foto es uno de mis momentos serenos.

TARDE DE OTOÑO

Había llovido durante casi todo el día. Ahora, a mitad de tarde, la lluvia había dado una tregua. Corta seguramente, por conforme se presentaban las nubes, pero pese a ello había gente en la playa.
En esa tarde de otoño ya próximo el invierno, donde pese a haber refrescado el tiempo en las últimas semanas, seguía haciendo una buena temperatura, observaba la diversidad de personas que por allí estaban.
Desde la chica solitaria leyendo un libro mientras llevaba cascos de sonido puestos sobre sus oidos, pasando por diversas parejas jóvenes que paseaban por la orilla cogidos de la mano y disfrutando de su momento.
Qué distinta aquella playa de los días de verano!! Sin bullicio, sin agobios de temperatura...
Habían salido a pasear por esa playa tan cercana y tan a menudo olvidada, a esa playa hoy tan escasamente visitada, acompañados de las cámaras fotográficas. En algún momento del agradable paseo sus manos se separaron y se dedicaron a capturar momentos, cada uno a lo que más le gustaba o disgustaba y llamaba su atención.
Y fue cuando inmortalizó ese momento, un momento que quizá en mucho tiempo no volvería a vivir, la arena, el cielo y la mar..., y ella. 
Solos y en armonía. 
La perfección.