Llovía intermitentemente en esa mañana de domingo. Llovía desde el viernes, a veces con fuerza, otras veces, pausado, pero llovía.
Cielos grises y tristes desde hacía días. Y en aquel día de casi fin de noviembre se preguntaba si no sería un presagio.
Era un domingo diferente, de los que se dan cada cuatro años. Había elecciones. Elecciones legislativas en ese maltratado país que era el suyo.
Al estar tan adentrada la estación, no quedaban flores estivales y empezaban a formarse las otoñales.
Entonces la vió. Vio esa bonita flor de hybiscus. Llamaba la atención porque se aferraba a la planta pese a la lluvia y al mal tiempo..
Flor del hybiscus o flor de un día como también se la conoce. Aparentemente, sólo debía de vivir ese día.
Cuando se marcha el sol, se cierra sobre sí misma formando un cilindro y después, cae. No muere poco a poco desprendiéndose de los pétalos como otras flores. Muere rápido, sin avisar.
Y la fotografió. Quería inmortalizarla antes de que cayera la tarde y desapareciese tanta belleza, tanto color.
Y quedó así, mojada, cubierta de gotas de lluvia. Bonita, elegante y sobre todo, con ganas de vivir. Esa tarde caería al suelo, pero para entonces ya estaría dentro de esa foto para disfrute de quien tuviera la oportunidad de verla.
En algunos sitios la llaman también flor del beso. ¿Por qué será...?
Las elecciones también son flor de un día. Y estas fueron así, otoñales, lluviosas, grises. Con la convicción de que, votaras a quien votaras, el resultado iba a ser el mismo: iba a empezar, ya sin disimulo, la época de las podas, de apretarse el cinturón, de cargar sobre los mismos de siempre el peso de levantar el país.
ResponderEliminar¿Cuántos años tardarán en llegar las flores de la primavera?