Llovía intermitentemente en esa mañana de domingo. Llovía desde el viernes, a veces con fuerza, otras veces, pausado, pero llovía.
Cielos grises y tristes desde hacía días. Y en aquel día de casi fin de noviembre se preguntaba si no sería un presagio.
Era un domingo diferente, de los que se dan cada cuatro años. Había elecciones. Elecciones legislativas en ese maltratado país que era el suyo.
Al estar tan adentrada la estación, no quedaban flores estivales y empezaban a formarse las otoñales.
Entonces la vió. Vio esa bonita flor de hybiscus. Llamaba la atención porque se aferraba a la planta pese a la lluvia y al mal tiempo..
Flor del hybiscus o flor de un día como también se la conoce. Aparentemente, sólo debía de vivir ese día.
Cuando se marcha el sol, se cierra sobre sí misma formando un cilindro y después, cae. No muere poco a poco desprendiéndose de los pétalos como otras flores. Muere rápido, sin avisar.
Y la fotografió. Quería inmortalizarla antes de que cayera la tarde y desapareciese tanta belleza, tanto color.
Y quedó así, mojada, cubierta de gotas de lluvia. Bonita, elegante y sobre todo, con ganas de vivir. Esa tarde caería al suelo, pero para entonces ya estaría dentro de esa foto para disfrute de quien tuviera la oportunidad de verla.
En algunos sitios la llaman también flor del beso. ¿Por qué será...?
La papelera es el primer mueble en el estudio de un escritor, decía Hemingway. Y yo, ni siquiera aprendiz de escritor, sino más bien aspirante a aprendiz, tengo la papelera llena.
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sábado, 26 de noviembre de 2011
domingo, 20 de noviembre de 2011
ABANDONO...
Cierto, tengo el blog abandonado. Asuntos diversos me han absorbido. Voy a intentar darle la parte de mi tiempo que pensaba en un principio.
Y por qué esta foto? Pues porque claramente representa el olvido en el que he mantenido este pobre blog a lo largo de estos meses.
Bueno, intentaré evitar estos lapsus de tiempo y ello sobre todo, porque es la forma en que me fuerzo a escribir y me fuerzo a fotografiar.
La foto está hecha en Italia, en el norte, este verano de 2.011. Fuimos a la zona de los lagos y realmente fue un viaje precioso. Disfrutamos de los paisajes y de la belleza de la región. Incluso nos permitimos practicar senderismo en los montes pre-alpinos. Y sobre todo, fotografiamos. Fotografiamos mucho. Ha sido el primer viaje que he hecho más de ochocientas fotos. Bueno, casi 15 días dan para mucho.
A estas vacaciones decidí llevarme la cámara compacta, pese a las recomendaciones de Juan, que me insistía en que la réflex no pesa tanto como yo digo. Pero bueno, asumí el condicionante del fotmato jpg, lo que me conducía a la comodidad de llevarla en el bolsillo y de preocuparme tan solo de la estética, del encuadre, de lo que quería recordar y pasé todas las vacaciones ejerciendo de vaga fotográfica, sin preocuparme de la luz, de la saturación, del ruido... El modo automático de la compacta te lo permite.
Los tres lagos visitamos: primero, el Lago di Como, ya que nos hospedábamos en Dervio. Estupendo, magnífico.
Después, fuimos al Lago di Garda. Bonito, más bonito que el anterior, aunque quizá me dejé impresionar por el azul mucho más claro de sus aguas.
Y finalmente, fuimos al Lago Maggiore y a las Islas Borromeas. Fue de lo mejor de nuestro viaje. Solo por ellas hubiera valido la pena ir.
Esta instantánea la tomé en Isola dei Pescatori. No lo pude evitar, vi la ventana sobre una tapia totalmente abandonada y con la tela de araña intentando cubrirla. Y me gustó, me gustó mucho. La fotografíé con ganas, echando de menos la réflex y su objetivo. Así se lo reconocí a Juan, quien generosamente se pasó todo el viaje ofreciéndome la suya y pacientemente, explicándome cuantas dudas me asaltan continuamente.
Gracias, Juan. Sólo por el tiempo que me dedicas, no volveré a dejarme la réflex.
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